sábado, 23 de junio de 2012
Paraguay: ¿otra Honduras?
Paso a paso, utilizando todo todos los
métodos que están a su alcance mientras se llenan la boca con palabras
altisonantes pero huecas de defensa de la democracia, la derecha
latinoamericana intenta recuperar posiciones en cualquier lugar en donde vea un
flanco débil o desguarnecido. El golpe en Honduras, hace tres años, y ahora en Paraguay, así lo confirman.
Rafael
Cuevas Molina/ Presidente AUNA-Costa Rica
![]() |
Paraguay: un guión similar al de Honduras. |
Desde hace tres años, con el golpe de
Estado en Honduras, la derecha latinoamericana, en connivencia con los Estados
Unidos de América, dio un paso al frente y pasó de la defensiva a la ofensiva.
En efecto, hasta los infaustos
acontecimientos acaecidos en ese país centroamericano, las fuerzas progresistas
del subcontinente avanzaban firmemente ganando posiciones, que se expresaban en
la cada vez mayor simpatía que despertaba el ALBA y algunas de sus programas,
proyectos e instituciones asociadas, como Petrocaribe. En esos años, Guatemala
y Costa Rica, dos países con gobiernos que nadie podría tildar de izquierda,
mostraban interés en el ingreso a esa última organización; se avecinaban las
elecciones en El Salvador en donde el FMLN se perfilaba como el mejor
posicionado para ganar, y había recién pasado la reunión de la OEA en donde el
tema de Cuba y su expulsión de dicho organismo había dado un vuelco
espectacular, inconcebible en otras circunstancias que no fueran las que en ese
momento se vivían.
El golpe hondureño puso coto a ese
proceso de avance y sacó de su apabullamiento a la derecha latinoamericana.
Fue, además, un golpe sobre la mesa de los Estados Unidos de América, que
mostraron cuan falaces eran las posiciones que especulaban sobre la pérdida de
interés de la gran potencia del norte en esta parte del continente.
El golpe de Estado en el país
centroamericano también puso a la orden del día la nueva modalidad que asumiría
este tipo de acciones, que ahora utilizan diferentes instancias del aparato del
Estado en el que la derecha mantiene aún posiciones muchas veces estratégicas.
En el caso hondureño, el presidente
depuesto, Manuel Zelaya, provenía de las filas del Partido Liberal, uno de los
dos partidos tradicionales de los sectores dominantes de ese país. El
acercamiento del presidente hacia las posiciones de los sectores populares no
fue seguido por su partido que, a la postre, fue un factor determinante para
derrocarlo. Seguramente un factor que precipitó los acontecimientos fue las
simpatías que MEL Zelaya había despertado en el pueblo, lo cual se tornaba
peligroso en un momento en el que se aproximaban las elecciones presidenciales.
En Paraguay, aún con todas sus
especificidades, las circunstancias son parecidas: el Partido Liberal Radical
Auténtico, quen integraba la coalición de partidos que originalmente apoyaron a
Fernando Lugo para la presidencia, no soportó mucho un papel político alejado
de lo que es su verdadera naturaleza y se pasó a la oposición. Lo que intentan
ahora en el Congreso y el Senado no dista mucho de lo que hicieron los
congresistas hondureños hace tres años, y las consecuencias no serán tampoco muy
diferentes.
Paso a paso, utilizando todo todos los
métodos que están a su alcance mientras se llenan la boca con palabras
altisonantes pero huecas de defensa de la democracia, la derecha
latinoamericana intenta recuperar posiciones en cualquier lugar en donde vea un
flanco débil o desguarnecido.
No se trata, sin embargo, del mismo
desvalimiento en el que se en encontraban países como Guatemala en 1954 o Chile
en 1973. Hoy hay más acompañamiento, más gobiernos progresistas que apoyan a
Fernando Lugo, unos Estados Unidos que debe buscar más subterfugios para
implantar su voluntad. En Honduras pudieron hacerlo aunque hoy su pueblo siga
siendo acallado a sangre y fuego. Veremos qué sucede en Paraguay.
Federico Franco juró hoy como nuevo presidente del Paraguay
Quienes derrocaron a Lugo?
A favor de Lugo solamente votaron los senadores oficialistas, Carlos Filizzola, Alberto Grillón y Sixto Pereira, junto al liberal Luis Alberto Wagner. Ausentes; Blanca Fonseca, Alfredo Stroessner.
A continuación el listado de senadores que votaron por la destitución de Lugo:
Roberto Acevedo
Efraín Alegre
Gregorio Areco
Rogelio Benítez
Víctor Bernal
José Manuel Bóveda
Carlos Roger Caballero
Mario Cano Yegros
Enzo Cardozo
Miguel Carrizosa
Jorge Cespedes
Herminio Chena
Oscar Denis
Marcelo Duarte
Hugo Estigarribia
Orlando FIorotto
Julio César Franco
Juan Carlos Galaverna
Zulma Gómez
Ramón Gómez Verlangieri
Óscar Gonzalez Daher
Miguel Angel González Erico
Enrique González Quintana
Iris Rocío González
Marcial González
José Guastella
Alfredo Jaeggli
Blas Llano
Clarisa Marín de López
Ana María Mendoza de Acha
Juan Darío Monges
Silvio Ovelar
Lino César Oviedo (h)
Jorge Oviedo Matto
María Digna Roa
Miguel Abdón Saguier
Lilian Samaniego
Julio Velázquez
Lucio Vergara
Así, tras 3 años, 10 meses y 7 días, los partidos tradicionales del
Paraguay, el Colorado y el Liberal, con el apoyo del Unace y Patria
Querida, derrocaron a Fernando Lugo, electo el 20 de abril del 2008 tras
61 años de hegemonía colorada en el Poder.
Estraido de
.
http://uruguaymipais.blogspot.com

El Muerto ||| videoblog de información alternativa
------------------------------------------------------
Entrevista a manifestante Telesur TV, Plaza de la Democracia
UNASUR emite comunicado oficial sobre crisis en Paraguay
Miles de manifestantes toman la
Plaza de Armas en Asunción
Contingentes sociales, sindicales y de campesinos van aumentando en
número a medida que pasan las horas, decidieron organizarse ante la
sorpresiva intentona de destitución de Fernando Lugo como presidente de
Paraguay. Miles de paraguayos toman como punto de reunión la emblemática
Plaza de Armas en defensa del presidente de ese país.
.
.





Paraguay
El golpe anunciado
Escrito por:
José Antonio Vera
El gobierno de Fernando Lugo salió muy malherido
del nuevo intento de derrocarlo que se consumó la semana pasada en la
ciudad de Curuguaty, cuando la policía se enfrentó con campesinos sin
tierra que ocupaban un predio de uno de los principales latifundistas
del país. Seis policías y una docena de campesinos muertos, decenas de
labriegos heridos de bala y por apaleamiento y muchos otros en fuga
había sido el saldo de una nueva intervención del Estado en defensa de
un gran productor sojero y ganadero contra un grupo de familias sin
tierra.
Lo paradójico fue que ese episodio, a todas luces armado –¿quién puede creer que los campesinos sin tierra contaran con un potencial de fuego como el que se utilizó la semana pasada, cuando francotiradores apostados sí "del lado" de los campesinos, en un monte, con el rostro cubierto, dispararon incluso contra helicópteros de la policía– originó todo un movimiento que puede derivar (al cierre de esta edición de Brecha el panorama estaba en proceso de definición) en la salida de Lugo del gobierno y en la asunción de su vice –con quien siempre ha estado enfrentado–, el liberal Federico Franco. En la mañana de ayer jueves el Partido Liberal, el principal de la Alianza para el Cambio que condujo a Lugo a la presidencia hace cuatro años, le quitó el respaldo, anunció que retiraría sus ministros del gabinete y que apoyaría el reclamo de juicio político votado más temprano ese mismo día en la Cámara de Diputados, donde la oposición es mayoritaria. Lugo anunció que no renunciaría, que acataría el "juego democrático" y se sometería al juicio político, sabiendo de antemano que su suerte está echada. Las últimas noticias de ayer confirman que ese sometimiento tiene fecha, y urgente: el juicio político será hoy, viernes. De las fuerzas políticas del país, tan sólo el Frente Guasú, concertación de partidos de izquierda y centroizquierda formada en 2010, apoya al presidente Lugo.
Reunida de urgencia en la tarde de ayer jueves en Rio de Janeiro al margen de la cumbre Río+20, la Unasur decidió in extremis enviar a Asunción una misión, integrada por los 12 cancilleres de los países miembro.
***
La excusa de los liberales –divididos hasta ahora entre un sector que mantenía su apoyo a las tibias reformas emprendidas por Lugo y otro cercano a los sectores empresariales y a la derecha política, que había ido ganando espacio– para su ruptura con el presidente fue el mal manejo por parte de Lugo de los hechos de la semana pasada y su incapacidad para brindar seguridad a la población.
Lo cierto es que el proceso iniciado en 2008 acusaba un penoso déficit con relación a lo esencial del programa de gobierno presentado por la Alianza Patriótica para el Cambio, atravesada por cada vez mayores contradicciones entre sus componentes progresistas y conservadores y atenazada por una administración estatal en la cual los herederos de la dictadura de Alfredo Stroessner continúan teniendo un poder decisivo.
Lugo, que comenzó anunciando planes de reforma agraria y de democratización social y política, apenas concretó algunos de ellos, muy tímidos, y fue cediendo progresivamente terreno a los sectores más conservadores de su propia alianza de gobierno e incluso a la oposición. Llegó incluso a enfrentarse con los movimientos campesinos, que fueron su principal base de apoyo para llegar a la presidencia y que todavía hoy lo seguían considerando "su" presidente. Apenas se supo que la moción de juicio político contaba con los votos necesarios, los campesinos agrupados en la Liga de Carperos anunciaron que se movilizarían en las calles para defender al ex sacerdote. Lugo los desalentó. No quiero violencia, dijo.
En los últimos tiempos el gobierno –no necesariamente Lugo, sí buena parte de los integrantes de su gabinete– había acumulado los desaires a los representantes de un movimiento de campesinos sin tierra que reclamaba lo elemental para un gobierno que asumió como esperanza de cambio: la democratización del acceso a la tierra, en un país en que 86 por ciento de la tierra está en manos de apenas el 2,5 por ciento de sus 6 millones de habitantes.
***
El último desaire se evidenció con crudeza horas después del enfrentamiento de Curuguaty, cuando al hablar ante la prensa el ministro del Interior, Carlos Filizzola, expresó reiteradamente su dolor por los policías muertos y no hizo mención alguna a los campesinos que corrieron igual suerte, algunos de ellos ejecutados, según denuncias de organismos humanitarios. Filizzola, dirigente del Partido Socialista, fue obligado a renunciar, al igual que el jefe de policía, pero quienes los remplazaron fueron dos personajes (un ex fiscal y un comisario) ligados a la dictadura y a los "dueños del país".
***
"Los policías fueron emboscados", "Llegaron sin armas para dialogar y fueron acribillados", "Fue la guerrilla del epp y sus cuadros preparados por las farc", fueron algunos de los títulos de la prensa paraguaya en estos días. Y la televisión privada exhibió hasta el hartazgo escenas en que francotiradores aparecían disparando desde el monte, dando a entender que los campesinos estaban pertrechados a guerra. No se privaron tampoco muchos de esos medios de recordar los vínculos históricos de Lugo con el movimiento campesino, y de dar a entender que la violencia social no sólo tenía origen en los pobres del campo sino que contaba con el apoyo implícito del propio presidente.
La realidad es muy otra. Testimonios de algunos policías presentes dejaron en claro que quienes dispararon sobre los agentes eran ajenos al movimiento social. Que ellos mismos habían ido a negociar desarmados porque no se esperaban ser atacados, y que un hecho así salía por completo de lo común (nunca en las últimas décadas un policía había muerto en enfrentamientos ligados a ocupaciones de tierras: sí, en cambio, muchos campesinos). El secretario general de la Presidencia, Miguel Ángel López Perito, se refirió a la presencia de mercenarios con preparación militar.
Hacía tiempo que los sectores progresistas del gobierno, el movimiento social y los partidos de izquierda venían denunciando un "plan golpista" orquestado por la Asociación Rural, la Unión Industrial, dirigentes del Partido Colorado y parte de las fuerzas armadas. Incluían en ese plan el surgimiento de una supuesta guerrilla, fantasmagórica. La composición del epp (Ejército Paraguayo de los Pobres) nunca quedó clara, pero dirigentes del movimiento social han venido sosteniendo que su surgimiento casi de la nada sirvió sobre todo a la derecha política para agitar fantasmas terroristas y "apretar" al propio gobierno. Terratenientes y dirigentes políticos –algunos muy conocidos– no ahorraron llamados a organizar milicias privadas para defenderse de "los terroristas" y de los "ocupantes de tierras", mezclados en la misma bolsa. Nadie les pidió que rindieran cuentas.
En vez de enfrentar la ofensiva de la derecha, la presidencia de Lugo intentó en los últimos tiempos aplacarla, concediéndole poder hasta en el propio gobierno, con la intención de evitar el juicio político al presidente con el que el Partido Colorado y sectores del Liberal venían amenazando desde hace años. Lugo daba la impresión de que su ambición mayor era mantenerse en el gobierno hasta las elecciones de abril próximo, en las que no podía presentarse, y entregar el poder a su sucesor, probablemente un colorado, probablemente un terrateniente. n
Publicado el Jueves 21 de Junio de 2012Lo paradójico fue que ese episodio, a todas luces armado –¿quién puede creer que los campesinos sin tierra contaran con un potencial de fuego como el que se utilizó la semana pasada, cuando francotiradores apostados sí "del lado" de los campesinos, en un monte, con el rostro cubierto, dispararon incluso contra helicópteros de la policía– originó todo un movimiento que puede derivar (al cierre de esta edición de Brecha el panorama estaba en proceso de definición) en la salida de Lugo del gobierno y en la asunción de su vice –con quien siempre ha estado enfrentado–, el liberal Federico Franco. En la mañana de ayer jueves el Partido Liberal, el principal de la Alianza para el Cambio que condujo a Lugo a la presidencia hace cuatro años, le quitó el respaldo, anunció que retiraría sus ministros del gabinete y que apoyaría el reclamo de juicio político votado más temprano ese mismo día en la Cámara de Diputados, donde la oposición es mayoritaria. Lugo anunció que no renunciaría, que acataría el "juego democrático" y se sometería al juicio político, sabiendo de antemano que su suerte está echada. Las últimas noticias de ayer confirman que ese sometimiento tiene fecha, y urgente: el juicio político será hoy, viernes. De las fuerzas políticas del país, tan sólo el Frente Guasú, concertación de partidos de izquierda y centroizquierda formada en 2010, apoya al presidente Lugo.
Reunida de urgencia en la tarde de ayer jueves en Rio de Janeiro al margen de la cumbre Río+20, la Unasur decidió in extremis enviar a Asunción una misión, integrada por los 12 cancilleres de los países miembro.
***
La excusa de los liberales –divididos hasta ahora entre un sector que mantenía su apoyo a las tibias reformas emprendidas por Lugo y otro cercano a los sectores empresariales y a la derecha política, que había ido ganando espacio– para su ruptura con el presidente fue el mal manejo por parte de Lugo de los hechos de la semana pasada y su incapacidad para brindar seguridad a la población.
Lo cierto es que el proceso iniciado en 2008 acusaba un penoso déficit con relación a lo esencial del programa de gobierno presentado por la Alianza Patriótica para el Cambio, atravesada por cada vez mayores contradicciones entre sus componentes progresistas y conservadores y atenazada por una administración estatal en la cual los herederos de la dictadura de Alfredo Stroessner continúan teniendo un poder decisivo.
Lugo, que comenzó anunciando planes de reforma agraria y de democratización social y política, apenas concretó algunos de ellos, muy tímidos, y fue cediendo progresivamente terreno a los sectores más conservadores de su propia alianza de gobierno e incluso a la oposición. Llegó incluso a enfrentarse con los movimientos campesinos, que fueron su principal base de apoyo para llegar a la presidencia y que todavía hoy lo seguían considerando "su" presidente. Apenas se supo que la moción de juicio político contaba con los votos necesarios, los campesinos agrupados en la Liga de Carperos anunciaron que se movilizarían en las calles para defender al ex sacerdote. Lugo los desalentó. No quiero violencia, dijo.
En los últimos tiempos el gobierno –no necesariamente Lugo, sí buena parte de los integrantes de su gabinete– había acumulado los desaires a los representantes de un movimiento de campesinos sin tierra que reclamaba lo elemental para un gobierno que asumió como esperanza de cambio: la democratización del acceso a la tierra, en un país en que 86 por ciento de la tierra está en manos de apenas el 2,5 por ciento de sus 6 millones de habitantes.
***
El último desaire se evidenció con crudeza horas después del enfrentamiento de Curuguaty, cuando al hablar ante la prensa el ministro del Interior, Carlos Filizzola, expresó reiteradamente su dolor por los policías muertos y no hizo mención alguna a los campesinos que corrieron igual suerte, algunos de ellos ejecutados, según denuncias de organismos humanitarios. Filizzola, dirigente del Partido Socialista, fue obligado a renunciar, al igual que el jefe de policía, pero quienes los remplazaron fueron dos personajes (un ex fiscal y un comisario) ligados a la dictadura y a los "dueños del país".
***
"Los policías fueron emboscados", "Llegaron sin armas para dialogar y fueron acribillados", "Fue la guerrilla del epp y sus cuadros preparados por las farc", fueron algunos de los títulos de la prensa paraguaya en estos días. Y la televisión privada exhibió hasta el hartazgo escenas en que francotiradores aparecían disparando desde el monte, dando a entender que los campesinos estaban pertrechados a guerra. No se privaron tampoco muchos de esos medios de recordar los vínculos históricos de Lugo con el movimiento campesino, y de dar a entender que la violencia social no sólo tenía origen en los pobres del campo sino que contaba con el apoyo implícito del propio presidente.
La realidad es muy otra. Testimonios de algunos policías presentes dejaron en claro que quienes dispararon sobre los agentes eran ajenos al movimiento social. Que ellos mismos habían ido a negociar desarmados porque no se esperaban ser atacados, y que un hecho así salía por completo de lo común (nunca en las últimas décadas un policía había muerto en enfrentamientos ligados a ocupaciones de tierras: sí, en cambio, muchos campesinos). El secretario general de la Presidencia, Miguel Ángel López Perito, se refirió a la presencia de mercenarios con preparación militar.
Hacía tiempo que los sectores progresistas del gobierno, el movimiento social y los partidos de izquierda venían denunciando un "plan golpista" orquestado por la Asociación Rural, la Unión Industrial, dirigentes del Partido Colorado y parte de las fuerzas armadas. Incluían en ese plan el surgimiento de una supuesta guerrilla, fantasmagórica. La composición del epp (Ejército Paraguayo de los Pobres) nunca quedó clara, pero dirigentes del movimiento social han venido sosteniendo que su surgimiento casi de la nada sirvió sobre todo a la derecha política para agitar fantasmas terroristas y "apretar" al propio gobierno. Terratenientes y dirigentes políticos –algunos muy conocidos– no ahorraron llamados a organizar milicias privadas para defenderse de "los terroristas" y de los "ocupantes de tierras", mezclados en la misma bolsa. Nadie les pidió que rindieran cuentas.
En vez de enfrentar la ofensiva de la derecha, la presidencia de Lugo intentó en los últimos tiempos aplacarla, concediéndole poder hasta en el propio gobierno, con la intención de evitar el juicio político al presidente con el que el Partido Colorado y sectores del Liberal venían amenazando desde hace años. Lugo daba la impresión de que su ambición mayor era mantenerse en el gobierno hasta las elecciones de abril próximo, en las que no podía presentarse, y entregar el poder a su sucesor, probablemente un colorado, probablemente un terrateniente. n
http://uruguaymipais.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario