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lunes, 26 de marzo de 2012

El hijo del ex dictador Bordaberry y su campaña para criminalizar la adolescencia


    Menores infractores: falsa prioridad
    Rafael BAYCE

    Rafael Bayce, profesor Grado 5 de la Universidad de la República, doctor en sociología y ciencia política

    La focalización de los menores infractores como problema central de la delincuencia y de la seguridad son un pésimo diagnóstico. Y de un mal diagnóstico no pueden salir buenas soluciones. Veamos los gruesos errores que se cometen desde el gobierno cuando se los prioriza como problema delictivo y de seguridad.

    Estamos de acuerdo en que hay menores infractores y en que debería haber menos, mejor contenidos y rehabilitados, con menores necesidades básicas insatisfechas, con menor desigualdad frente a los adultos que los mandaron al mundo, con menor odio, resentimiento y envidias debidas a sus carencias y a las humillaciones sufridas acumuladas.

    Entre los temas urgentes está el de pensar mejor qué función deben jugar las penas para ellos en la sociedad, y que deberían ser mejor contenidos los penados con medidas de seguridad. También la rehabilitación debe ser focalizada para que no salgan peor que antes, con posgrados delictivos, estigma, odios y los mismos problemas –o más– para enfrentar la vida. Estaríamos dispuestos a debatir la edad de imputabilidad, que debería fijarse sobre la base de criterios –que existen– de maduración física, psíquica, cognitiva, moral y social que son variables según los individuos. En tal supuesto, la imputabilidad más precoz debería ser acompañada de derechos al voto, a concurrir a hoteles, a viajar solos, a manejar vehículos, a casarse sin venia paterna, a tener sexo con quien sea, etcétera. Pero éstos –lamentablemente– no son los temas de debate y el estigma hacia los menores infractores se genera a partir de gruesos errores de interpretación y análisis de la realidad que conducen a falsas prioridades.



    NO SON RESPONSABLES DE LA INSEGURIDAD

    En efecto, y contrariamente a lo que alrededor de 84% de la población cree, erróneamente impresionada por políticos, policía, prensa y rumores, los menores son un problema delictivo y de seguridad muy mínimo. Alrededor de 5% de las sentencias penales condenan a menores, 95% responsabiliza a adultos, que son responsables de 95 de cada 100 delitos cometidos y juzgados con sentencia condenatoria. De los uruguayos recluidos por delitos, 3 son menores y 97 son adultos.

    ¡Cómo puede alguien argumentar que los menores son la causa principal del delito y de la inseguridad por él! Es un error gravísimo de diagnóstico que no puede llevar a ninguna buena solución. Si deportáramos o matáramos a todos los menores sólo reduciríamos en 5% la delictividad, y encerrándolos sin rehabilitación volverán a hacerlo y nos costará mucho dinero tirado a la basura.

    Ocupémonos de la criminalidad adulta, que es casi toda, y de cómo los adultos desarrollan una sociedad que condena a cada vez más menores a la indigencia, pobreza, necesidades, consumismo, abandono familiar, desempleo, mala formación y malos ejemplos. Aquí está la raíz de problemas futuros y potencialmente crecientes. El foco no es la infraccionalidad de menores ni sus vicios generacionales. Son problemas, claro, y merecen tratarse;;;; pero nunca como causa fundamental de delito e inseguridad.



    REDUCIR LA EDAD DE IMPUTABILIDAD ES UN ERROR

    En ningún país del mundo la reducción de la edad de imputabilidad penal se tradujo en una baja de la delictividad. Lo que sí ha funcionado en el mundo es todo lo contrario de lo que se intenta aquí: desjudicialización de conflictos sociales;;;; despenalización de conductas y código penal mínimo;;;; desinstitucionalización de las penas, o sea, regímenes alternativos a la privación de libertad con medidas rehabilitadoras;;;; despolicialización de problemas sociales, con devolución de poder decisorio a las comunidades empoderadas. ¿Para qué vamos a importar del exterior las medidas que no han funcionado? ¿Por qué no importamos las que sí lo han hecho?

    Además, aquí ya se han endurecido las penas y se ha bajado –de hecho y de derecho– la imputabilidad penal. Los políticos que sugieren hacerlo y probar con penas duras e imputabilidad precoz sufren de amnesia o de mala fe. Y parece que, nada sorprendentemente, tampoco aquí han funcionado. La Ley de Seguridad Ciudadana ya permite a los jueces penarlos;;;; el Código de la Niñez y la Adolescencia castiga hasta con cinco años a menores desde los 13 años.

    La Constitución vigente prohíbe imputabilidad por debajo de los 18 años, pequeño detalle, pero ya hemos burlado varias veces la Constitución y las leyes internacionales homologadas, sin obtener buenos resultados. Ya hay imputabilidad desde los 13, ya hay penas endurecidas para menores. No es nuevo. Pero no funcionaron ni aquí ni en ningún lado. ¿Para qué seguir violando Constitución y leyes, e incluso las reglas de Beijing y de la ONU, que son ley entre nosotros al haber sido aprobadas legislativamente?



    ES INJUSTO Y COBARDE ESTIGMATIZAR A LOS MENORES

    Porque, como vimos, son responsables de una ínfima minoría de los delitos, aunque puedan tener mucha participación en delitos que impresionan por traumáticos, como las rapiñas. O actuando bajo los efectos de sustancias rechazadas por las generaciones adultas, que también consumen otras tan conducentes a delitos como las que consumen los menores.

    Es injusto cargar a los menores y a su consumo de pasta base con la responsabilidad del delito y de la inseguridad. Es un error fácilmente demostrable con múltiples cifras oficiales. Si es un error, es injusto partir de él y perjudicarlos como generación, como ciudadanos que serán el futuro, cuando sus injustos acusadores ya no estén. Además, la sociedad regida por los adultos es la responsable de que vivan cada vez peor, peor los jóvenes que los adultos, los adolescentes que los jóvenes, los niños que los adolescentes. Si esto sigue así, si el consumismo y la desigualdad siguen presentes, estamos sembrando lo que cosecharemos. No habrá leyes ni cárceles que lo impidan. Más bien lo empeorarán.

    No dejemos que las instituciones que viven de la inseguridad y el crimen nos hagan la cabeza. Usemos algo de viveza criolla. Si los turistas consumieran nuestra prensa, estaríamos fritos. Por suerte no lo hacen, vienen y salen contentos con la seguridad que disfrutan entre nosotros. Y estaban satisfechos ya antes de las medidas nazi-fascistas nacientes, como la que expulsa a los visitantes con antecedentes y sin gasto turístico o vínculo laboral del departamento de Maldonado. ¿Por qué se les permite a banqueros ladrones que vuelvan a abrir bancos entonces? Esa injusticia es cobarde, porque los menores no tienen la organización y el poder que les permitan combatir esos errores, injusticias y cobardías. Ojalá las tuvieran.

    ¿Por qué las familias no defienden a sus hijos de esas acusaciones falsas, injuriosas, difamatorias, estigmatizantes, calumniosas? ¿Será porque tienen envidia generacional de los más jóvenes por ser referentes eróticos y sexuales, por tener mayor capacidad de disfrute, mayor libertad de prueba y ensayo, menores ataduras a una moral hipócrita? ¿Se vengan de la inferioridad de estatus cultural y erótico con esas acusaciones?



    EL FOCO ES PREVENCIÓN Y REHABILITACIÓN

    Si lo que se quiere es solucionar los problemas, no sacarse el miedo o soltar el veneno, está muy claro que las prioridades son:

    a) disminuir el impulso delictivo, que está en la necesidad, la desigualdad, la indignidad, la humillación, la venganza y el odio resentidos, el consumismo insaciable que la voracidad adulta instila en los más jóvenes.

    b) lograr que los menores o mayores recluidos por delito o infracción vuelvan en libertad con capital social, cultural y laboral que no los obligue a reincidir –o peor– porque tiene las mismas carencias, las mismas 'juntas', los mismos circuitos socioculturales y económicos de frecuentación. Capítulo aparte merece el deseo de revancha, de venganza, hasta de justicia de las víctimas de delitos, que es comprensible, pero desde ahí no se soluciona nada, se empeora, como la posibilidad de armarse como medida de defensa y seguridad. No hay nada peor que las vecinas resentidas, miedosas y agresivas que pueblan los medios de comunicación. No quieren saber, no quieren pensar, no quieren resolver;;;; son bestias sedientas de sangre, frustradas, hipócritas, envidiosas de los jóvenes, fingidoras de moralidad por incapacidad de disfrute, ruina

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