Tuve un sueño: yo era uruguaya
Florence Thomas
Uruguay ha despenalizado el aborto durante las 12 primeras semanas de gestación; las parejas homosexuales pueden contraer matrimonio.
Y tengo que confesar que cada vez que veo o escucho al presidente de la República de Uruguay, don Pepe Mujica, me emociono, pues es el único presidente del mundo que no tiene estatura ni porte de presidente sino de ciudadano, común y corriente. Como un abuelo al cual uno tiene ganas de pedirle que nos cuente un cuento. Y cuentos debe tener muchos, pues es además un presidente que es un antiguo guerrillero, fue encarcelado y torturado varias veces cuando luchó durante años contra una feroz dictadura. Un presidente que sabe lo que significa el perdón y la reconciliación; en fin, un presidente con cara de abuelo que circula en un viejo Volkswagen y entrega parte de su sueldo a organizaciones caritativas. Por supuesto, tendrá críticas que también son bienvenidas en una democracia.
Ya no les digo más. Mi sueño se acaba ahí. En general me despierto en Colombia y también a veces estoy feliz de ser colombiana y soñar en Colombia. Sí, porque Colombia, y lo repito cada vez que puedo, es uno de los pocos países de América Latina en tener ya tres causales despenalizadas para un aborto legal gracias a un fallo de la Corte Constitucional que ya cumplió 7 años y que nos sigue abriendo camino para la despenalización total del aborto. Sé que las mujeres y algunos hombres de este país han entendido lo ineludible de este requerimiento aun ante las amenazas de un referendo que nos devolvería a la antesala del siglo XIX. Sí, y lo repito también para que la gente se ubique en uno de las exigencias inevitables de una modernidad que cumple por fin sus promesas con las mujeres. Y hoy encontramos que Uruguay está acompañado por México (Distrito Federal), Cuba, y la Guyana Francesa con el aborto totalmente legalizado. Y Colombia no es un paraíso, pero es un país que permite seguir soñando.
* Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad
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